El gran problema del siglo XXI, el reto que enfrentan nuestras ciudades modernas, el eslabón sin resolver... Estos y otros muchos "sinónimos" se han usado para describir una casuística que muy pocos pudieron prever y que parece afectar transversalmente a nuestra sociedad, dejando en su camino un conjunto de actores insatisfechos.

La última milla ("Last Mile") ha entrado de lleno en debate público, y ha sido apodado de formas múltiples, pero, si realmente es un problema tan evidente y generador de tantas desafecciones y fallas en el sistema, ¿cómo es que todavía no se han interpuesto medidas realmente efectivas?

Uno de los principales retos que presenta la última milla es su configuración e involucración, la cantidad de actores que toman parte de ella y su heterogeneidad hacen que unificar las líneas de acción y toma de decisiones se convierta en un tablero de ajedrez donde cada movimiento puede tener severas consecuencias; tanto positivas, como negativas. Además, no podemos omitir lo que el ya fallecido Ulrich Beck, pensador referente en cambio climático, ciencia y sociedad, identificó en su obra cumbre ("La Sociedad del Riesgo"): la gran incertidumbre y las altas cotas de riesgo que inundan las sociedades actuales.

Por un lado, están las administraciones e instituciones públicas, quienes preocupados por la contaminación, movilidad, saturación, etc. y empujados por la ola de la Smart City y la imperante necesidad de intervenir la situación climática, instauran medidas, en ocasiones, unilaterales con frecuencia reductoras y cortantes, que imposibilitan el libre ejercicio de actividades de reparto, entrega y recogida; pero que al mismo tiempo facilitan el tránsito y la presencia ciudadana cerca de las tiendas físicas. Por otro lado, encontramos las empresas, donde no es solo un sector o mercado el que se ve afectado, sino toda la cadena logística. Desde las empresas de Retail, a quienes les resulta muy complicado esquivar un problema que representa el principal techo de cristal para el crecimiento online, perdiendo recurrencia y fidelización o incurriendo en costes que les impidan ser competitivos; hasta las empresas logísticas, cuyos esfuerzos por asumir un crecimiento inesperado de los envíos B2C se han visto frustrados por un ecosistema en el que no estaban habituados a trabajar: una ciudad masificada. Y por último, el eje angular, la población, una moneda de doble cara, consumidor y ciudadano al mismo tiempo, creador del problema y demandador de la solución. Los niveles de exigencia a los que el mercado ha tendido, crea situaciones en las que cualquier detalle puede ser diferencial, y más, en lo relativo a la entrega. Algunos ejemplos: los costes de envío son el factor más importante a la hora de realizar una compra online; o que cerca de un 45% no compre por los tiempos y precios de envío. Solo en este paradigma entendemos que, por ejemplo, la Última Milla represente hasta el 40% de los costes logísticos totales.

Esta situación recuerda, de forma inevitable, a la casuística que vivimos hace ya tiempo con el cambio climático. Una falta de responsabilidades, la amalgama de actores (casi idéntica a la descrita arriba) y el devenir de nuestras sociedades, nos llevaron en una dirección en la que las decisiones eran muy complicadas, pero la necesidad de parar el rumbo que llevábamos (o llevamos) era insultantemente evidente. Casualmente, hay un tipo de descripción sociológica para este tipo de situaciones, y fue acuñada por Silvio Funtowicz y Jerome Ravetz a la que acuñaron como "Ciencia Post-Normal". Sin entrar en mucho detalle, podríamos definirla como aquella en la que:

Los factores son inciertos, hay valores en disputa, los riesgos son altos y las decisiones urgentes.

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Es posible representarla gráficamente de la siguiente forma:

En este paradigma entendemos que la Ciencia Aplicada es aquella empleada cuando, por ejemplo, se necesita producir un fertilizante que degrade menos las características del suelo, o cuando, por ejemplo, se requiere de ingeniería para realizar una presa o un edificio. Es decir, donde se emplean ciencias técnicas para resolver problemas prácticos (las más empleadas son: ingeniería, matemáticas, física, biología, etc). La "Consultoría Profesional" hace referencia aquellos casos en los que empleamos estas ciencias para resolver problemas "Ad Hoc", muy concretos, bajo proyectos específicos. Y por último, llegamos a las decisiones o áreas de (des)conocimiento donde más riesgo hay y, a la vez, más incertidumbre albergan esas decisiones.

Bajo este concepto, entendemos que la gran mayoría de decisiones que se toman en torno a una ciudad y sus condiciones, atañen a la "Ciencia Postnormal", pues la última milla esta llena de incertidumbre y por ende, de riesgos asociados, donde las decisiones son complejas y pueden ocasionar consecuencias en otras áreas y sectores no predecibles.

Desde luego, y rememorando de nuevo al sociólogo alemán, Ulrich Beck, la conclusión más importante que se deduce es la extremada complejidad que caracteriza la situación, donde coordinar y aunar los intereses de esta amalgama de participantes resulta una tarea extremadamente delicada. Quizás sea hora de re-pensar el sistema operativo de nuestras Smart-Cities, de fomentar un cambio sistémico de las ciudades, de reinventar la logística de Última Milla.